Todos los organismos vivos están conformados por sustancias orgánicas. Ejemplos hay varios: proteínas como el colágeno y la elastina, ácidos grasos, lípidos mayores como los terpenos, hidratos de carbono, ácidos nucleicos, tejidos, etc. La lista es mayor, los alimentos son fuente primaria de compuestos orgánicos, los medicamentos y hasta la ropa que vestimos contiene compuestos cuya base estructural es el carbono.

Las primeras luces respecto al estudio de estos compuesto surgieron en 1770 (pleno siglo XVIII). Ese año se estableció la necesidad científica de clasificar a ciertos componentes como orgánicos para diferenciarlos claramente de los “inorgánicos”. En un principio la norma fue sólo para aquellas sustancias cuyo origen estaba en los organismos vivos. Hubo que derrocar la idea “vitalista de la materia” para aceptar finalmente que muchas sustancias podían convertirse en otras por simple reacción química. Sin intentar confundir, lo que debemos aceptar para comenzar a estudiar a los compuestos orgánicos es lo siguiente:

“Todo compuesto orgánico debe contener al elemento carbono”, sin embargo se aclara que, “No todo compuesto que posea carbono necesariamente debe ser orgánico”.

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